El censo de estas aves en las islas ha disminuido un 50% en diez años | Canarias pretende considerar a esta especie en peligro de extinción para impulsar acciones de recuperación.
Los guinchos corren peligro en el Archipiélago. En menos de diez años, Canarias ha perdido el 50% de sus parejas de águila pescadora y la situación empieza a convertirse en un verdadero problema, pues no existen medidas de conservación o comienzan a aplicarse con cuentagotas.
Una reciente publicación de SEO/Birdlife titulada El águila pescadora en España y Portugal aborda justamente esta problemática endémica de Canarias. Porque, mientras en el resto del país el ave rapaz ha encontrado un lugar donde desarrollarse -fundamentalmente por las políticas de reintroducción de la especie llevadas a cabo por las administraciones andaluza, vasca y valenciana-, en Canarias el éxito de establecimiento de la especie es cada vez menor. Y es que, si a mitad del siglo XX aún había unas cincuenta parejas en el Archipiélago, hace diez años ya eran solo catorce y en 2018 se contó la mitad.
Han sido tres ornitólogos (Manuel Siverio, Felipe Siverio y Beneharo Rodríguez) del Grupo de Ornitología e Historia Natural de las Islas Canarias (Gohnic) quienes han realizado el estudio en las Islas para así comparar su situación con la del resto de España y Portugal. El investigador Manuel Siverio, que ha dedicado casi 30 años de su vida a observar a estas y otras aves en la isla, concluye que las siete parejas que permanecen criando en las Islas «son muy pocas».
«Hay que actuar ya», insta el ornitólogo, debido a que esta especie desde mediados del siglo pasado ha ido desapareciendo progresivamente de los acantilados costeros de casi todas las Islas; ahora, solo está presente como especie reproductora en Tenerife, La Gomera y archipiélago Chinijo.
Iniciativas
Durante la legislatura pasada, la extinta Consejería de Política Territorial, Seguridad y Medioambiente había mostrado cierta sensibilidad hacia la situación del guincho en las Islas. Por esta razón, había elevado a la consulta pública una iniciativa para calificarlos como especie en peligro de extinción, en lugar de vulnerable. Esta consideración facilitaría al Gobierno establecer un plan de recuperación, mucho más exhaustivo que las actuales medidas de conservación, y que permitirán enfocar las acciones peligros tan importantes como los tendidos eléctricos y las aspas de los molinos.
Pero el problema va más allá, pues aún no se ha puesto en marcha un sistema de monitorización de los movimientos de los pocos guinchos que quedan en el Archipiélago, por lo que «no podemos saber qué es lo que está afectando a su desaparición», como señaló Siverio. Las tasas de natalidad no parecen ser el motivo.
Al menos así parecen constatarlo los datos obtenidos, puesto que la media de pollos por pareja reproductora llega al 1,30. «Una cifra similar a la que tienen en Baleares donde la población ha crecido de 15 parejas a 25», concluye Siverio.Lo que diferencia al otro archipiélago español de Canarias es justamente el seguimiento que hacen de la especie. «Marcaron a los especímenes jóvenes con dispositivos remotos que funcionaban por GPS para saber cómo se movían y a dónde iban», explica el investigador, lo que ha permitido saber si estaban teniendo comportamientos arriesgados, como posarse en torres de tendidos eléctricos que no cuentan con ningún tipo de aislamiento. Una vez identificado este potencial riesgo para la salud de los guinchos, Baleares hizo un esfuerzo para mejorar sus torretas eléctricas. Hoy muchas menos águilas pescadoras fallecen por electrocución.
Seguimiento remoto
Con un seguimiento remoto de este tipo en Canarias, los investigadores podrían «saber qué espacio utilizan y si en ellos existen amenazas potenciales». En las Islas, por los indicios que se tienen, los principales peligros para los guinchos podrían estar en las aspas de los aerogeneradores y en el tendido eléctrico, pero no se descarta que las actividades humanas -especialmente las recreativas- estén causando molestias a las aves. El tráfico de embarcaciones, muy común en la zona sur de Tenerife, puede ocasionar una molestia durante la incubación y provocar que «la hembra se vaya del nido dejando los huevos sin cobertura», indica Siverio. En poco tiempo, esa orfandad puede tener un desenlace fatal, pues la insolación del sol literalmente «fríe» los huevos en cuestión de minutos. Otro problema que ocasiona la ida y venida de barcos es el obstáculo que suponen para cazar. «Tras dos o tres días sin comer, los guinchos jóvenes se debilitan y acaban muriendo por inanición», señala el investigador, que eleva hasta el 50% el porcentaje de mortalidad de estas aves durante su primer año de vida.
La Consejería de Transición Ecológica también destaca como riesgo potencial «las redes abandonadas del mar». Como destaca la Administración «ya se han localizado individuos accidentados y atrapados en las mismas». Además, el águila pescadora está utilizando materiales provenientes de basura del entorno para construir sus nidos, lo que puede causar «accidentes» en las plataformas de cría y dañar los pollos. La Consejería se muestra conocedora de «las amenazas y riesgos que derivan en la regresión de la especie», pero llega a la misma conclusión que los investigadores: «no podemos saber cuál ha tenido mayor influencia en la desaparición».
La gravedad queda reflejada también en la población flotante, en otras palabras, los individuos sin pareja. Es evidente que, al igual que la población reproductora, no es muy abundante, lo que supone una dificultad para encontrar pareja. Siverio destaca que «no hay» suficientes ejemplares para que se puedan formar parejas cada uno o dos años. «Tenemos a un macho que lleva tres años a 400 metros de un nido ocupado por una pareja reproductiva y por ahora le ha sido imposible encontrar novia», indica el investigador.
La Consejería de Transición Ecológica ha estado trabajando durante la legislatura pasada y la actual junto al Estado y las Administraciones insulares y locales para evitar la regresión del guincho. Entre ellas destaca la instalación de carteles informativos en algunos puertos deportivos, el envío de correos electrónicos advirtiendo a las embarcaciones autorizadas para el avistamiento de cetáceos de la adopción de medidas correctas para evitar afecciones al animal y se ha aumentado la vigilancia por tierra y mar en los territorios de cría.
Actualmente, la Consejería está iniciando los trámites para hacer un seguimiento remoto del guincho y culminando el proceso de elaboración de un plan de recuperación. Aunque no se conoce exactamente el por qué, lo que sí está claro es que los humanos deben hacerse cargo de esta situación, si no quieren perder una especie más en Canarias.
Fuente: La Provincia.