Su población ha logrado recuperarse, e incluso aumentar, tras el fatal incendio que en 2007 sufrió la isla, su única área de distribución conocida
La población de pinzones azules (Fringilla polatzeki) de Gran Canaria ha logrado recuperarse, e incluso aumentar, tras el catastrófico incendio que sufrió la isla en 2007, su única área de distribución conocida.
El investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), Luis M. Carrascal, junto a Ángel Moreno, técnico de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias y al consultor medioambiental Alejandro Delgado, han descrito las condiciones idóneas para la supervivencia de la especie, información útil que permitirá encontrar nuevas áreas para su reintroducción.
Desde que en 1994 el Pinar de Inagua fuera declarado reserva natural integral, se ha monitorizado la abundancia de las poblaciones de pinzones azules, una pequeña ave forestal de la familia de los fringílidos. Se trata de un endemismo exclusivo de Gran Canaria donde su distribución está restringida a la extensión del Pinar de Inagua-Ojeda-Pajonales.
«La densidad reproductiva del pinzón azul se mantuvo estable en Inagua desde 1994 hasta antes del incendio, momento en que su población se redujo a la mitad», explica Carrascal. Desde 2008 la población fue aumentando gradualmente hasta alcanzar la mayor densidad registrada con un aumento de casi el 24%, aproximadamente 16 aves por kilómetro cuadrado en 2016.
«Exceptuando el año posterior al incendio, la media de individuos se ha mantenido relativamente estable entre 9 y 16 aves por kilómetro cuadrado, la menor abundancia y el menor tamaño de población jamás registrados para un pájaro forestal de tamaño pequeño en todo el Paleártico Occidental», continúa el investigador.
«Este estudio demuestra que estas pequeñas aves tienen una enorme resistencia ante eventos catastróficos y que, si bien la creación de la reserva integral de Inagua no promovió un aumento generalizado de la población ni protegió a la especie frente a una crisis demográfica, es más que probable que evitara una disminución más profunda de sus poblaciones a lo largo de los últimos 25 años».
Limitaciones espaciales
El pinar de Inagua es uno de los pinares autóctonos mejor conservados de Gran Canaria. Con más de 30 kilómetros cuadrados, se extiende por la zona central de la isla y alberga profundos barrancos cubiertos de pino canario a una altitud que va de los 1000 a casi 1600 metros.
Además de contabilizar y estudiar la población de pinzones azules, los investigadores han analizado las condiciones orográficas, climáticas y del hábitat que estas aves necesitan para reproducirse con éxito: pinares con árboles de más de 15 o 20 metros de altura, no muy densos (de 25 a 50 % de cobertura arbolada), situados por encima de los 1.100 metros de altitud y donde llueva de 13 a 24 litros por metro cuadrado durante el verano.
«Comprender la limitaciones espaciales a las que tienen que hacer frente especies con áreas de distribución tan reducidas, puede ayudar a encontrar espacios adecuados para desarrollar programas de reintroducción o traslado», aclara Carrascal. Al modelizar el patrón de distribución de la especie en Inagua, los autores predicen hasta qué punto otros pinares históricos de Gran Canaria son adecuados para para la reproducción exitosa del pinzón azul. De entre ellos, destaca el pinar de Tamadaba, donde la especie habitó en el pasado y tendría unos dos kilómetros cuadrados de hábitat adecuado.
Fuente: ABC