La mutilación de perros se corta de cuajo

La prohibición de amputar rabos y recortar orejas acaba con una costumbre que obedecía a caprichos estéticos o a activididades como la caza o las ilegales peleas

El apoyo del Congreso a prohibir imputaciones sitúa a España en una línea legislativa que se aduna con la que emana de la Unión Europea respecto a esta cuestión. De hecho, la norma supone la rafiticación del convenio europeo sobre protección de animales de compañía de 1987. Así, está en una línea de respeto a los animales como seres sintientes. Se trata, en definitiva, de superar la valoración de los animales como cosas y ponernos a la altura de otros países en temas de su bienestar y respeto. El PP votó en contra, mientras que Ciudadanos y PNV se abstuvieron. El resto de formaciones refrendó esta iniciativa, que ya está aprobada.

El Congreso de los Diputados aprobaba el pasado día 17 prohibir la amputación de la cola o el recorte de las orejas de los perros, una costumbre extendida para determinadas razas y que obedece a diferentes motivos, desde el capricho estético de sus dueños a la voluntad de hacer a los animales más aptos para determinadas actividades, legales o ilegales, como la caza o la pelea. En el hemiciclo se llegaron a escuchar sorprendentes argumentos en contra de la prohibición, como los que advirtieron desde la bancada popular del «efecto látigo» que puede revertir el rabo del can sobre los humanos, pero finalmente ésta salió adelante sin excepciones. Ningún perro, independientemente de su tamaño, raza o pedrigrí, podrá ser sometido a estas mutilaciones.

 

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La veterinaria Rita Rodríguez reconoce que le encanta esta medida. «Es una cosa que no servía para nada y causaba al animal un sufrimiento innecesario», comienza explicando. Rodríguez desgrana los motivos que llevan a los propietarios a solicitar este tipo de operaciones ahora prohibidas. «Básicamente es tradición estética», comenta, «la gente viene diciendo que la línea del perro es así, que no están acostumbrados a ver esa raza de otra forma, o que les parecen más bonitos con esos arreglos».

Más en concreto, en cuanto al recorte de orejas la veterinaria señala que, a menudo, quienes acceden a hacérselo a su perro buscan dedicarlo a peleas, un actividad clandestina y penada, pues está prohibida en España: «Lo ves en los perros de presa, lo hacen para que en las peleas no les arranquen las orejas. Además, uno de estos perros con orejas cortas da más miedo que uno con largas».

«Se les recortan las orejas a perros de pelea como el presa canario, el pitbull o el stafford americano», continúa, «luego están las razas como el schnauzer, el dóberman o el bóxer, en las que lo que se busca es estetizar la figura». En estos últimos casos, el corte de orejas es mucho más largo que en los perros de pelea, en especial en el dóberman.

Razones estéticas

En el caso del corte del rabo, quienes lo solicitan aducen razones estéticas. La veterinaria señala razas como el schnauzer, el cocker, el bóxer o el rottweiler como las principales en las que se practica esta operación. Hay dueños para los que el factor visual de su perro es fundamental: «Hace tiempo, los que llevaban sus perros a exposiciones, veían otros con el rabo recortado y les daba cosa que el suyo tuviera el rabo largo».

Hasta ahora, a pesar de que estas amputaciones no estaban prohibidas, el veterinario podía negarse a efectuarlas. Rodríguez se negaba en redondo a recortar orejas. En cuanto al rabo, opta por disuadir a los que se lo solicitaban. «Hablando con la gente y convenciéndoles, lo acaban entendiendo», señala, «curiosamente, los que antes comenzaron a cambiar de mentalidad fueron los que acuden con sus canes a exposiciones internacionales, donde ya desde hace tiempo se están viendo esas razas con rabos y orejas porque esta prohibición ya estaba en otros países».

En todo caso, las caprichosas modas también han tenido su incidencia en estas prácticas. «Cuando había mucha moda de rottweiler se solicitaban amputaciones de rabo; para el dóberman rabos y orejas al igual que para el bóxer. Ahora la cosa ha cambiado porque las razas de moda son el bulldog francés, el carlino y el beagle. Además, la gente se ha sensibilizado», finaliza la veterinaria.

Carmen Foronda, voluntaria del Albergue Insular de Animales, reconoce que le molestan mucho estas amputaciones. Lejos de ver en el rabo un amenazante látigo, estima en él lo que tiene de efectivo vehículo de comunicación del can. «A través del rabo sé el comportamiento del perro, cuando tiene miedo lo agacha, cuando está contento lo mueve…», explica.

A menudo esta voluntaria ve llegar al Albergue animales que han sido sometidos a este tipo de operaciones. En el caso de las orejas, muchos de los que se las recortan a sus perros buscan afilar en ellos sus rasgos agresivos para que tengan una apariencia atemorizante. «Nos llegan muchos. Los dueños lo hacen para ponerle al perro más cara de agresividad, se ve mucho en los pitbull. Quieren cambiarle así la expresión», señala.

El colmo de este comportamiento caprichoso está en aquéllos que encima castigan al animal por su propia ineptitud. «Hay personas que, si el recorte de la oreja no les queda perfecto, te entregan el perro en el albergue. No lo quieren si no es con un perfecto recorte de orejas», añade la voluntaria.

Foronda no piensa que con la prohibición emanada de las Cortes vayan a cesar totalmente estas prácticas. Los veterinarios que accedían a llevarlas a cabo dejarán de hacerlo, pero ya hay un circuito clandestino de personas que las ejecutan sin muchos miramientos con los animales: «Van a seguir porque, aunque el veterinario se niege a realizarlas, hay gente que por 25 euros las hace, y sin usar siquiera anestesia en los perros».

Esta experimentada voluntaria también subraya el factor estético vinculado a determinadas modas caninas. «Es habitual ver anuncios de perros de razas pequeñas como los yorkshire, en los que se destaca que tienen las orejas levantadas y el rabo cortado. Les ponen como una pegatina para mantener las orejas altas y les cortan el rabo. Cuando la gente adopta estos perros, a veces también te llegan a preguntar si terminarán levantando las orejas», finaliza Foronda.

No todo son parabienes para la decisión adoptada por el Congreso de los Diputados. Juan Miguel Sánchez Roig, presidente de la Asociación Canaria de Entidades de Caza, estima que la prohibición debería haber eximido a determinados perros empleados para la caza en Canarias, que se lastiman si no tienen recortado el rabo.

«Hay algunas razas utilizadas para la caza que tienen el rabo muy largo y cuando esos perros se introducen en lugares como matas, el rabo va golpeando con las piedras y las ramas. Así, se les producen heridas que no son importantes pero que sangran mucho», argumenta este cazador.

Son unas heridas aparatosas, que si bien no entrañan un verdadero riesgo para la salud del perro, pueden tardar bastante tiempo e en sanar y le resultan molestas al can. «Es que al llegar a casa, el animal no deja de dar con el rabo, así que son heridas difíciles de curar. Por eso, tradicionalmente se les amputa el rabo a estos perros cuando son cachorros», añade Sánchez Roig, quien señala dos razas, los bretones y los bracos, como las principalmente afectadas en Canarias por estas lesiones derivadas de la actividad de caza.

Fuera de Canarias, en aquellos lugares donde priman tipos de caza como la montería se dan también problemas con las orejas de determinadas razas, que por eso son recortadas. «Fuera de aquí, se da la circunstancia, en los alanos y otras razas de gran tamaño, que el jabalí les muerde las orejas o se las lastiman cuando se meten entre las zarzas. Sangran mucho, y como son de pelo blanco se notan mucho esas manchas rojas. Por eso, tanto para defenderlos de los jabalís como para evitar que las zarzas los enganchen, se acostumbra a recortarles las orejas».

Por estas razones, el presidente de la Asociación Canaria de Entidades de Caza era partidario de que la disposición emanada del Legislativo prohibiendo estas mutilaciones contemplara ciertas excepciones vinculadas a los canes que se usan en labores de caza, como los que ha señalado.

«Ahora va a ocurrir que uno va a tener que llevar al perro al veterinario una y otra vez con estas lesiones. Antes se les amputaba el rabo antes de las vacunas, cuando eran cachorros», añade Sánchez Roig, que lamenta la decisión adoptada. «Quien toma estas decisiones no sabe por qué las está tomando», finaliza.

Fuente: La Provincia