Un equipo de investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y de la Universidad de Salamanca (USAL) ha realizado un estudio innovador que permite reducir en dos meses el tiempo de aplicación del tratamiento para combatir la filaria en perros -también conocida como enfermedad del gusano del corazón-. Se trata de una dolencia que transmiten los mosquitos hematófagos -que ingieren sangre- y que registra una elevada prevalencia en el Archipiélago por las características propias del clima. La investigación fue publicada el pasado mes de junio en la prestigiosa revista Veterinary Parasitology, y ha servido como trampolín para que la American Heartworm Society (AHS), que se encarga de establecer las prácticas que deben ejecutar los profesionales de la veterinaria para abordar esta enfermedad, valore realizar una «modificación» de este protocolo. De hecho, los científicos se trasladarán hasta Nueva Orleans el próximo mes de septiembre para defender este cambio.
«Lo que hemos hecho es acortar en dos meses el tiempo de suministro de la medicación, pasando de ser de seis meses a cuatro», explica José Alberto Montoya, coautor y director de la citada investigación, además de catedrático de Medicina y Cirugía Animal de la ULPGC.
Hasta el momento, la terapia indicada para tratar esta dolencia se basa en el suministro de un antibiótico (doxiciclina), un agente quimioterápico para erradicar los gusanos adultos, y de un fármaco que ataca a las microfilarias. «Nos hemos centrado en reducir el tiempo de aplicación del antibiótico, lo ha que permitido que los perros se curen antes. Además, creemos que este logro podrá servir también para que los dueños sean más responsables con el cumplimiento de la terapia», apostilla el catedrático.
Cabe destacar que esta investigación lleva por título Variación del protocolo adulticida para el tratamiento del gusano del corazón en perros: ¿Puede ser más corto? y cuenta también con la rúbrica de los científicos de la institución educativa grancanaria, Elena Carretón, Yaiza Falcón, Soraya Falcón y Jorge Matos, además de la del investigador del laboratorio de parasitología de la USAL, Rodrigo Morchón. En concreto, lo que ha hecho el colectivo ha sido evaluar a una nómina compuesta por 76 canes infectada por el parásito Dirofilaria immitis, que fue sometida a una terapia de cuatro meses, para después comparar su evolución con la de otros perros sujetos a la de seis.
«Los resultados demostraron que los animales se liberaban de la enfermedad en un tiempo inferior y con una tasa de éxito igual de satisfactoria», valoró el responsable de este estudio. Para después agregar que, «hay que tener en cuenta que estos gusanos pueden llegar a medir 30 centímetros y que se alojan en el interior del corazón y de los pulmones. Por esta razón, es importante que sean eliminados en el menor tiempo posible para que no logren producir grandes lesiones».
El tiempo de actuación también es fundamental, pues el hecho de pasar inadvertidos los efectos dará como resultado la muerte del animal. «La filaria produce problemas respiratorios muy graves, provocando la obstrucción de los pulmones. Si este proceso no se frena, inevitablemente, se producirá a un fallo cardíaco», advierte el profesional.
Por lo que concierne a la sintomatología, el investigador pone de relieve que puede ser «variada», si bien es cierto, que los principales signos que evidencian su aparición son la fatiga y el cansancio. «Los perros se cansan demasiado, aunque la actividad que realicen no sea intensa», acentúa. «Hay que saber además», prosigue el experto, «que la enfermedad puede permanecer asintomática durante muchos meses, por lo que conviene estar alerta».
En la actualidad, estos científicos -que acumulan ya 15 años de experiencia en el estudio de la afección- están trabajando en una nueva investigación centrada en reducir la dosis del antibiótico, para evitar así el desarrollo de una resistencia a estos fármacos. «Queremos que el tratamiento siga siendo igual de eficaz, pero en dosis inferiores. Ya sabemos que el uso prolongado o abusivo de los antibióticos puede crear resistencia, por lo que es importante profundizar también en este campo», argumenta.
Asimismo, otro de los asuntos que resalta el investigador es la necesidad de continuar ampliando los conocimientos que se tienen sobre esta dolencia, con el claro propósito de reducir también el riesgo de zoonosis – contagio a los seres humanos-. «No es habitual que la filaria afecte a las personas, pero es evidente que puede suceder. Por tanto, hay que impulsar las investigaciones en nuestro Archipiélago», defiende José Alberto Montoya.