Envenenamiento de perros.
Dos canes han muerto recientemente en la capital tras ingerir supuestamente cebos con tóxicos. Los dueños de los animales están preocupados. Denuncian suciedad de los recintos.
Miedo y preocupación por el bienestar de sus seres queridos. Los usuarios de los recintos “pipí can” de la ciudad están consternados tras la muerte de dos canes por supuestos envenenamientos en el espacio para perros de Santa Catalina. También critican la falta de higiene de las zonas. Al Ayuntamiento no le consta y pide a los vecinos que denuncien por la vía que corresponde.
La muerte del perro “Champán” ha sido la gota que colmó el vaso de paciencia de los dueños de perros usuarios de los “pipí can” de la ciudad. A principios de mes, el gran danés cuya dueña era tan mayor que tenía que ser paseado por Idaira Domínguez, jugó con un objeto supuestamente envenenado y cayó muy enfermo. “Diez días estuvo luchando hasta que murió”, cuenta Domínguez, que casi no podía hablar de la emoción que le provocaba contar el suceso. “La dueña está peor que yo, no quiere hablar con nadie ni quiere saber nada ya”, relató. La paseadora de perros asegura que no es el único can que ha sido infectado con algún tóxico en los “pipí can” y que, si no fuera porque los dueños tienen “mil ojos”, pasarían más desgracias como la de “Champán”.
El gran problema es que los veterinarios no pueden realizar una necropsia y un informe toxicológico tan fácilmente: el elevado coste que suponen las pruebas -60 euros la necropsia y 200 euros los datos de tóxicos- hacen que no haya denuncia y que no puedan exigir daños y perjuicios. Los dueños de canes están ya hartos de ser tratados como “ciudadanos de segunda” por ir con una correa y su amigo de la mano.
La perrita “Kimba”, una Stanford de apenas seis meses, también tuvo que ser sacrificada tras varios días ingresada en urgencias sin síntomas de mejora. “Se la encontró en un charco de sangre, estuvo ingresada pero los veterinarios le recomendaron que la sacrificara porque estaba sufriendo”, relató la responsable de la tienda “Dakota Pets” que conoce el caso de primera mano el caso: “Fue la veterinaria la que le dijo que había sido envenenada”.
La presidenta de la asociación de defensa de los animales ADA Gran Canaria, Cathaysa Francés, calificó de “vergüenza” la muerte de perros envenenados en la propia ciudad. Diez propietarios de animales y seis canes se unieron ayer, tras haber realizado varias denuncias a través de las redes sociales sobre el tema, para dejar claro que estos hechos no son bulos de Internet. “Hay pulgas porque no se limpian bien los parques. Se presentaron firmas el pasado verano para que actuasen para limpiar el parque de Santa Catalina y nada”, dice Ana Pastor, que considera que los “pipí can” no se encuentran en condiciones necesarias.
Agua sí y porros no
Los dueños de canes se sienten discriminados por la sociedad y la administración. “El coche de policía pasa por el parque Romano y nos revisa si llevamos la botella de agua pero no se bajan del coche para echar a los 8 o 9 tíos que vienen con el perro de uno y están toda la tarde fumando porros y bebiendo cerveza”, lanzó Pastor. Se preguntan a dónde van a ir a correr sus perros ahora que esta alarma ha saltado. “No podemos salir con nuestras mascotas a ningún sitio. Llamé a Sanidad cuando me encontré a mis gatos muertos y le pasaron la pelota la policía y ellos al Ayuntamiento”, denunció otra usuaria.
Inmaculada Medina /Concejala de Parques y Jardines
“No hemos encontrado ni cebo ni bolsas, sí hemos recogido comida”
La concejala responsable de Parques y Jardines, Inmaculada Medina, conoce el tema por mensajes que le han llegado a través de las redes sociales pero recalca que no ha habido denuncia ni en las oficinas de distrito ni en Salud Pública. “Limpiamos las áreas caninas tres veces por semana y la desinfección y desinsectación se hace una vez por semana”, explicó en referencia al tratado de los recintos “pipí can”. “A veces encontramos cosas que no deberían estar y lo recogemos, pero no hemos recogido ni bolsas con veneno ni cebos. Sí es cierto que si encontramos algo de comida, que no tiene que estar, entonces se recoge, se tira y se limpia”, detalló. Precisamente, los animalistas dicen que esa comida que aparece en los “pipí can”, y que los operarios recogen, podría estar infectada y ser perjudicial para los perros.