Se llama Bull, y más que un perro es la extensión simbiótica de su compañero, el Policía Nacional David Blanco Farpón, oficial de la Unidad Especial de Guías Caninos de Canarias. Los ojos de Bull están permanentemente conectados a la figura de David, y su cerebro lleva una conexión telemática con las neuronas de su instructor, de tal forma y manera que antes de insinuarse siquiera una orden del segundo, el primero ya ejecuta.
A este efectivo de cuatro patas, con toda la carga propia del vocablo, le cuelga desde el pasado miércoles la medalla de mención honorífica impuesta por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por una trayectoria de ocho años en la que su fino olfato ha descalabrado a traficantes y tramposos, especializado en no dejar escapar a todo aquello que huela drogas, armas o billetes de curso legal escondido en secretas partonsas.
Una de ellas, la que escondía un sustancioso botín de 150.000 euros en el sonado caso de los floteros de taxis de la capital grancanaria, que localizó de un primer olfatazo, y otros 30.000 euros ocultos perfectamente panelados en el interior de una cómoda, y que marcó con la ayuda de otro compañero canino de Bull.
La historia del perro es un resumen de rescate y éxito. “Me lo entregó María, una persona que colaboraba con el Albergue Insular, y que se lo iba a quedar pero que me lo cedió cuando se enteró que lo quería destinar a perro policía, y a la que estoy muy agradecido por ello”, explica David, sobre el biopic del primer ejemplar que ha entrenado él mismo por completo.
Mestizo de pura cepa, Blanco se hizo con él cuando tenía seis meses. Pero no fueron comienzos fáciles. “No iba ni a una pelota, porque no tenía el instinto de caza que llevan los perros de serie. Pero lo puedes ir fomentando con un señuelo colgado de una caña de pescar, a través del juego, la técnica del clicker y el adiestramiento en positivo para lograr potenciar sus instintos y que la búsqueda suponga un juego para ellos. Cuando logras potenciar sus prestaciones con la mayor motivación, pues tienes al mejor perro”.
Pero también el mejor perro, demanda el mejor guía. Para lograrlo, el primero sine qua non se centra en un afecto innato por las mascotas. David, con 43 años y 20 de trabajo en el cuerpo policial, primero en Judicial y luego en Extranjería, dio el primer paso hacia la Unidad Canina en el año 2011, “porque me encantan los perros, siempre los tuve. Así que cuando se publicitó una convocatoria oposité en Madrid con otros 600 compañeros para optar a 16 plazas, con la dificultad añadida que es la única especialidad que no cuenta con un temario físico, que tienes que aprender como puedas para enfrentarte a exámenes de pruebas físicas, psicotécnicos y culturales en el que se da una primera barrida. Al medio centenar de opositores que quedan se le realizan más entrevistas personales y ya si pasa esa criba, pues sí recibes un curso intensivo de cuatro meses”.
En ese curso, “te asignan un perro en la especialidad de explosivos, y te enseñan a adiestrar, con sus partes teóricas y prácticas, y de él salimos con diferentes especialidades: en drogas, en dinero de curso legal, armas, explosivos, búsqueda de cadáveres y restos humanos, o rescate de personas vivas”.
Esto, en la vertiente ‘humana’, porque en la canina también tiene su aquello. “Es fundamental que el perro que escojas pase los dos primeros meses de su vida con su madre y sus hermanos para que aprendan a jugar, sepan distinguir qué es un juego y qué lo que hace daño, morder y saber aflojar, así como asumir la jerarquía de su madre. Nunca se debe coger antes. Y ya luego, desde los tres a los seis meses, es el periodo vital en el que el animal absorbe la mayor cantidad posible de información y ahí le queda grabado para siempre. Es un plazo de tiempo en el que no se puede meter la pata con su formación, para después seguir reforzándolo continuamente durante su vida en activo con sesiones cortas de cinco minutos”.
En plena forma
Con esos entrenamientos se les refuerza el recuerdo del olor, que en el caso de Bull está especializado en drogas, billetes y armas, ante los cuales tiene que ofrecer una reacción que es inmediatamente premiada con comida o juguetes, pero el asunto es que además se divierta en su trabajo, tanto como confiesa su guía, o incluso más.
“Cuando hay un servicio y ve que me estoy equipando” ya sabe perfectamente que su destino es una misión, y le entra una suerte de ataque de ansia al punto que se coge sus nervios cuando ve que otro compañero es llevado al lugar de las pesquisas. “Se vuelve loco”, ríe Blanco Farpón, mirando para un perro que a pesar de sus ya ocho años de vida se encuentra en plena forma.
Pero mientras ya debe ir pensando poco a poco en un futuro relevo, algo que es la peor parte de la vida para un guía canino porque el animal vive en casa con él, como un miembro más de la familia.
Hace muy poco estuvo entrenando otro perro que al final presentaba una lesión irremediable, y el disgusto para todos, pero especialmente para sus hijas tras varios meses de compañía, fue bastante considerable.
Entre esas rutinas en familia se encuentra la de sacar a pasear al perro, personaje que no tiene muy los horarios laborales, llegándose a dar el caso en el que David fuera de servicio, o incluso su mujer, que lo releva en la tarea cuando él no está, se ha visto con la circunstancia de estar dando una vuelta y encontrarse con Bull moviendo el rabo tan contento localizando, husmeando y rascando alguna que otra mochila de sospechoso contenido, para pasmo general.
Una nadería, en cualquier caso, al lado de hallazgos como una plantación de marihuana en La Paterna, con furgón cargado de la sustancia incluida, o los más de mil kilos de cocaína que ayudó a localizar en una reciente incautación en un barco en el puerto de La Luz y de Las Palmas, “gracias a su olfato privilegiado”, como apunta su guía, tan orgulloso de su compañero que incluso “me alegré más cuando le concedieron la medalla a él, que cuando yo en su momento recibí la mía”, que por más señas es la Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco.
Hay que subrayar, no obstante, que otros compañeros de Bull, también fueron distinguidos el pasado miércoles por el Ministerio de Interior. Así, fueron homenajeados en el mismo acto Ginger, hacienda del sol, destinado en Alicante; Alva, en Málaga; Neo, en Málaga; Yuko, en Alicante; y Elko de Parayas, destinado en el Grupo Especial de Operaciones (GEO).
Todos ellos son especialistas en detectar drogas, billetes y armas, excepto Elko de Parayas, que su objetivo es evitar los asaltos., según informa el ministerio.
FUENTE: La Provincia