El autodidacta Sánchez Villamor, con síndrome de Asperger, es a sus 21 años una eminencia catalogando la fauna del archipiélago canario.
El joven Pablo Sánchez Villamor entró en septiembre a realizar unas prácticas en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo, y a los pocos días dejó al personal anonadado por una memoria en la que mantiene catalogada todas las especies de aves que vuelan, se posan y anidan en Canarias. Síndrome de Asperger, Pablo comenzó de pequeño a leer y ver documentales hasta convertirse a sus 21 años en un prodigio en la materia.
Pablo Sánchez Villamor, nacido en Las Palmas de Gran Canaria e hijo, nieto y sobrino-nieto de veterinarios es, a sus 21 años de edad, el rey de las aves de Canarias.
Recién terminado su ciclo superior en Educación y Control Ambiental en el instituto Felo Monzón Grau Bassas de Tafira y recién salido también el pasado 30 de diciembre de sus tres meses de prácticas en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo de Gran Canaria, al joven Pablo no se le escapa el nombre, origen y morfología de cualquier especie que sobrevuele, se pose o anide en las islas, y todo ello con una facilidad pasmosa.
Sánchez Villamor, además, no se queda en el nombre común y su correspondiente descripción de dos vocablos en latín, sino que puede deducir por el más leve color de las plumas si una gaviota reidora llegada de la otra mitad del mundo está viviendo su primer o su segundo invierno, o identificar de un primer vistazo a través de sus inseparables prismáticos el galope del minúsculo correlimos tridáctilo (Calidris alba) y resolver en un instante de dónde procede por la época del año en el que lo observa. “Ahora de África”.
Al habla Alejandro Suárez, veterinario y director del Centro de Recuperación. “Es algo admirable. Pablo conoce detalles de la fauna canaria, tanto de aves como de reptiles, que no lo saben ni los propios zoólogos, de hecho yo llevo veinte años como veterinario y en los tres meses que ha pasado con nosotros me ha enseñado especies que ni siquiera sabía que existían, esto cuando ya lo más normal es que los jóvenes de su edad no conozcan ni un cernícalo, por lo que me parece un ejemplo enorme para que todas estas nuevas generaciones valoren y conozcan la diversidad que tienen en Canarias”.
«El propio director del Centro de Recuperación de Fauna no sale de su asombro»
Alejandro Suárez asevera que la memoria de este alumno aventajado es una suerte de prodigio, “un auténtico libro abierto” y confiesa que “yo nunca seré capaz de saber todo lo que ha llegado a asimilar Pablo y el cómo hila ese conocimiento con esa excelente capacidad de análisis”.
Pero Pablo Sánchez Villamor no se echa el pisto. A la pregunta de si sabe cuántas especies tiene catalogadas en su cabeza solo responde que “una cantidad considerable”, sin más aspavientos según contesta mientras se posa una paloma en la fuente central de la plaza de Santo Domingo en Vegueta.
“Fue, digamos, una afición que tengo desde muy pequeño, en un ambiente propicio para estudiar la fauna, con mi padre veterinario, mi madre que trabaja en una clínica veterinaria, con un abuelo que también lo ha sido en Santa Lucía y en San Bartolomé de Tirajana, y un tío abuelo, que en paz descanse, que también ejerció la profesión en Córdoba”.
“Es que yo muy de niño, mientras otros jugaban a la pelota yo ya estaba entre los libros, las enciclopedias de Naturaleza y viendo documentales en la televisión, no me perdía uno de La 2, y con ese interés he ido adquiriendo esos conocimientos poco a poco y de forma autodidacta”.
Así disecciona los hábitats, los plumajes “en sus diversas formas”, y los comportamientos de las especies, hasta dar en su vasta base de datos con el sujeto en cuestión mediante la taxonomía, que es el arte de clasificar los grupos de organismos biológicos por medio de sus características compartidas.
Un sonado caso fue el del chorlitejo recogido en Las Canteras. “Al principio no tenía muy claro la especie, si se trataba de un chorlito chico o un patinegro grande, hasta que me di cuenta que el primero, en época de reproducción presenta cambios considerables en el plumaje, que se vuelve más grisáceo. Esto, más una pequeña mancha en el pico de color naranja me permitió llegar a la conclusión de que efectivamente se trataba de un chorlitejo”.
«Fijándose en todos los detalles es capaz de saber si una gaviota vive su segundo invierno»
Pablo tiene el síndrome de Asperger, “que no me hace peor ni mejor que los demás”, sentencia, “sino que me hace funcionar un poco diferente, y su lado positivo es que nosotros tendemos a sobresalir en aquello que nos gusta, y para mí por lo tanto, me supone una cualidad”.
Una cualidad, “con la que no falla ni una”, añade el veterinario Alejandro Suárez, “mientras nosotros sí que nos equivocamos por la enorme cantidad de aves que pasan por las islas”.
Y añade que hablar con él “es como el que conoce a Bill Gates, o a un personaje de su tipo, que te vas quedando asombrado ante una eminencia, como ya ocurrió cuando salió en Radio Arucas comentando una suelta de tortugas”.
Pablo Sánchez Villamor inició sus prácticas, las correspondientes a ese segundo ciclo de Educación y Control Animal durante el pasado mes de septiembre en el citado Centro de Recuperación de Fauna Silvestre, que funciona como un hospital.
Comenzó a trabajar, como todos los que entran en régimen de prácticas, en tareas de mantenimiento, con esporádicas salidas para el rescate de los animales heridos o enfermos.
Ahí fue cuando se empezó a descubrir que en Sánchez Villamor había un gallo tapado. Ejemplar que veía, ejemplar al que le leía la cartilla. Decenas, todos. Bueno “menos uno”, se ríe Alejandro Suárez, “del que no me supo decir, el único en tres meses”, lo que de alguna manera recalca aún más el prodigio, “porque en algunos casos se trataban de individuos extrañísimos”.
Todo ello con su propia personalidad. “Pablo es bastante tímido, pero súper serio, educado, cordial, siempre dispuesto a coger el teléfono, y en sus comienzos cometía los mismos errores en las rutinas de trabajo que cometemos todos cuando empezamos, pero una vez cogido el rumbo se ha convertido en un gran candidato a optar por las becas que ofrece la Fundación y pasar otros diez meses con nosotros”.
Pero en el nicho laboral que Suárez lo sitúa es el de la divulgación científica, y más concretamente de los valores naturales de Canarias, un sector al que le queda mucho camino por recorrer y del que el joven podría convertirse en un extraordinario referente.
FUENTE: La Provincia