Junto a científicos de Rumanía, analizan el nivel de elementos usados en dispositivos electrónicos en tejido tumoral, sano y sangre.
Investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria han hallado en tumores cerebrales, restos de metales pesados y elementos de las denominadas «tierras raras» utilizados en la fabricación de dispositivos electrónicos. El estudio, realizado con científicos de las Facultades de Medicina de la Universidad Transilvania de Brasov y de la Universidad de Bucarest, en Rumania, llevó a cabo la determinación de la concentración sanguínea de 47 elementos inorgánicos mediante ICP-MS, en 26 pacientes con tumor cerebral y 21 personas sanas de Bucarest.
El papel del grupo de Medio Ambiente y Salud del Instituto de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias (Iuibs) de la ULPGC, consistió en investigar los niveles de este tipo de contaminantes en el tejido tumoral, tejido sano, tejido metastásico y en sangre. «Muchos de estos elementos inorgánicos son relativamente nuevos en cuanto a conocer el papel que pueden tener en la salud de las personas. Se sabe que el mercurio, cadmio, níquel o plomo, están claramente asociadas a problemas cognitivos y neurológicos, son disruptores del desarrollo neuronal. Eso explica, por ejemplo, que la OMS restrinja el consumo de atún -rico en mercurio- para preservar el normal desarrollo del sistema nervioso central del feto. Pero hay muchos elementos más de la tabla periódica, que debemos estudiar», indicó Luis Alberto Henríquez, miembro del equipo de investigación por parte de la ULPGC, junto con Octavio Luzardo, Manuel Zumbado, Ángel Rodríguez y Luis Domínguez Boada.
Diferencias
Entre los resultados más destacables, los investigadores observaron diferencias considerables y perfiles diferentes de la presencia de elementos inorgánicos entre el tejido cerebral tumoral y no tumoral y entre el tejido propio del tumor primario y el tejido de la metástasis cerebral. «Estos datos sugieren que los metales pesados y otros elementos inorgánicos que son comúnmente utilizados en dispositivos de alta tecnología y elementos de tierras raras, pueden ejercer algún papel en el tumor cerebral».
Así, los 47 elementos fueron detectados en el tejido tumoral cerebral y 22 de ellos se detectaron en más del 80% de las muestras, lo que implica que estos elementos pueden cruzar la barrera hematoencefálica. La mediana de los niveles sanguíneos de cadmio, plomo y níquel fueron más altos que los valores de referencia (1.14, 53.3 y 2.53 ng / mL). El gadolinio y el tantalio mostraron concentraciones significativamente más altas entre los casos.
«El interés de estas sustancias es que son necesarios e indispensables en la construcción de aparatos electrónicos (móviles, tabletas, Smart TV…). Hay tal volumen de este tipo de elementos y unas vidas medias tan cortas con un reciclaje tan limitado, que al final todas estas sustancias acaban devolviéndose a la superficie de la tierra donde no tienen que estar. Aunque estas sustancias son naturales, están enterradas en minas, y eso hace que entre en la cadena alimentaria y al final terminen llegando a nosotros», indicó Henríquez, miembro de uno de los pocos grupos en el mundo que se han especializado en el estudio de las tierras raras, nombre común de 17 elementos químicos que se usan en la fabricación de dispositivos electrónicos.
Especialistas mundiales en tierras raras
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Tierras raras es el nombre de 17 elementos químicos: escandio, itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio. Suelen aparecer juntos en la naturaleza. Al utilizarse en la fabricación de dispositivos electrónicos, cuyo reciclaje es deficiente, el estudio de su impacto en la salud humana cobra cada vez más importancia. El grupo de Medio Ambiente y Salud de la ULPGC es uno de los pocos en el mundo especializado en su investigación.
La importancia del estudio, según destacó el investigador de la ULPGC, es comprobar que dichos elementos, fundamentalmente de tierras raras con los que estamos en contacto a diario, atraviesan la barrera hematoencefálica -que protege al cerebro de muchas sustancias-, dado que han sido hallados dentro de los tumores cerebrales. «En estos momentos no tenemos herramientas, poder estadístico ni estudios mecanísticos suficientes como para decir qué sustancias tienen un efecto adverso o son promotores del crecimientos tumoral. Eso no lo podemos decir, pero si podemos observar una asociación, una tendencia, y establecer una hipótesis acerca de la posible implicación de esta serie de sustancias en el tumor cerebral, en este caso», concluyó Luis Alberto Henríquez.
El trabajo, publicado en la revista International Journal of Environmental Health Research, pone en evidencia la necesidad de investigar más en este campo.
Fuente: La Provincia